jueves, 16 de febrero de 2012

Sobre el Absurdismo.

Helou, ñelou, melou, afrodisíacos pingüinos del Caribe. Anoche tuve la certeza de que los móviles se queman cuando la coca-cola sabe a yeso. Tal y como el Gelocatil nos informa sobre como darle leche al sobaco, untado con mermelada de pipas dulces. Mi hermana salta sobre la estufa que, tendida en la bañera, baila tres veces mientras la botella se fuma una porción de ADSL de cola-cao.
¡Batman! Dijo el melón mientras LaSesi lo cortaba y le llamaba al teléfono desde el lavabo, que lloraba alegando que sus tripas resonaban. También puede deberse a que los mendigos se pelean a la luz del anochecer diario, ya que las proporciones del Salchichonio atómico tienen un problema de varices por que los coches no saben amar. Y es que tanto como la primera y la segunda, tercera, cuarta:
¡Vamos a morir todos! - Decía el sufrimiento desde el Cañaveral de las antípodas emergentes de la sábana y el edredón. Tales fueron sus inquietudes que mientras los efervescentes arrecifes procreaban con las angostas pechugas de tu prima, las doctoras del Machupichu se tiraban al río a grito de: ¡FLUORESCENCIAAAA!
Y hablando de los griegos: el otro día me caí sobre la calva de Pedro, el kiosquero de la planta verde, esa que tiene pétalos y se baña con Cheetos fantasmitos.
¡Maldita sea la madrugada en la que Dios me ayudó!¡Crucé la puerta a las ocho del mediodía y los ciegos me gritaon: No te oigo! Esos picarones tunantes... Tiran de trinket cuando ven que Nidorino envenena a Agumón con el Mago Oscuro usando cartas de montaña. Fue entonces cuando Kratos, presa del hambre, se puso a nadar en la maceta de metacrilato blando. ¡Qué locura!- Pensó el alabastro bailarín cuando vio que su padre decía cosas sin sentido como: Dos pájaros de un tiro.

Capítulo Doce

La primavera abunda en desnudos, y el profiláctico cojones le paga al trapecio para que juegue a tirar la tele y beber sus jugos de Loli.  Las zapatillas no estaban desacuerdo y soezmente cantaron sobre los otomanos de pegamento. Ahí se deciden los pitos y flautas pensando en los arcoiris de fresa y canela.
¡CANELA! Te digo, helicóptero prensado basado en locuciones bastardas de peras por sardinas. Y el mondongo se chupó un dedo  abusando de orgullo. Dios mío, que miedo te tenía, que te fuiste con las croquetas felices y las torrijas duras. DURAS COMO ESCARPIAS. Al buen entendedor, en el camino nos encontraremos mientras nunca digas patada en los cojones. ¡Claro que sí, el paladín al bol de espinacas condimentado con su tema! Ya sabes, eso de chocolate con arzobispos en salsa de chicle de cera de oído.

2 comentarios:

  1. Tanta profundidad, me ha hecho llorar T.T No escribas cosas tan emotivas pues lo que consigues es que me lloren hasta las orejas!

    ResponderEliminar